miércoles, 16 de julio de 2014

Un Hombre Con Gafas de Pasta, de Jordi Casanovas. (La Pensión de las Pulgas)


Sorprendido y shockeado después de esta representación. La energía que desprende la habitación grande de La Pensión de las Pulgas, en la que tan pronto se perpreta el asesinato de un rey, como se transforma en una fiesta fetish, como asistimos a una cena de amigos, con cita a ciegas, para superar una ruptura amorosa, como el caso que nos ocupa. Comedia ligera que de pronto se torna en thriller psicológico, de esos que te atrapan y lo recibes como una bofetada, por inesperado, porque, ¿qué puede salir mal estando entre amigos?

Esta obra, escrita y dirigida por Jordi Casanovas, podría tratarse del nuevo guión "malrrollero"  de Haneke, o de un texto escondido en un altillo de la casa de Hitchcock, y lo creeríamos, porque la estructura (cuya clave está en el propio texto y en los cuentos de la protagonista), el ritmo, y las sensaciones que provoca, me llevan a ellos. Con la excusa de hablarnos un personaje que todos hemos tratado alguna vez, una persona con mucho mundo, artista multidisciplinar, que se mueve en círculos exquisitos, con los contactos apropiados, y que su sola presencia aporta calidad al evento en que esté presente; Jordi nos abofetea con nuestra obsesión de gustar a los demás, que lo de los otros es mejor que lo nuestro, que los otros son mejores que nosotros, y que necesitamos de esos "otros" para que nuestra existencia sea menos mediocre, menos vacía. 

Y de eso va todo, de "dejar de ser mediocre" como Marcos sugiere a Óscar en un momento de la obra. Y nos damos cuenta que ser mediocre no está tan mal, que al menos nuestra existencia corriente nos permite vivir sin aprovecharnos de los demás. Que todos esos vampiros del s. XXI que se alimentan de la energía de los demás, como cita Aina en el texto, son solo "comeorejas" profesionales, gente que aprovecha esos resquicios de debilidad que todos tenemos en algún momento, pero que si simplemente abrimos los ojos, y nos quitamos esa venda que puede ser de amor, infelicidad, crisis de identidad, todo tiene solución y está en nosotros mismos, en querernos mas, y apreciar esas pequeñas cosas que hacemos para ser un poco mas felices o buscar nuestra meta en la vida. 



Los cuatro protagonistas están tremendamente dirigidos por Jordi Casanovas, y sus interpretaciones son de premio. José Luis Alcobendas como Marcos, el hombre con gafas de pasta, está soberbio, al igual que Inge Martín y Olga Rodríguez como Aina y Laia. Pero la palma se la lleva Markos Marín. Óscar. Brutal. Y no podría añadir mas. Un bravo y un ole y un viva. 

Como me pasa en otras ocasiones, contar mas del argumento, en este caso, si que supone quitar parte de la magia de la representación, y no es justo. Id abiertos a sorprenderás y a disfrutar muchísimo. Aunque creo que hoy era la última representación, espero que lo sea únicamente de la temporada, porque esta obra se merece ser rescatada una y otra vez. 

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